GRECIA HELENICA
Durante esta etapa (siglo IV hasta el siglo I a. C.), Grecia perdió su independencia.
Alejandro recorrió victorioso el Asia Menor (batalla de Gránico, 334), Siria (Issos, 333), Fenicia (asedio de Tiro, 332), Egipto y Mesopotamia (Gaugamela, 331), hasta tomar las capitales persas de Susa (331) y Persépolis (330).
El último emperador persa, Darío III, fue asesinado por uno de sus sátrapas o gobernadores provinciales, Bessos, para evitar que se rindiera. Bessos continuó la resistencia contra Alejandro en el Irán oriental.
La reorganización de aquel gran Imperio se inició con la unificación monetaria, que abrió las puertas a la creación de un mercado inmenso.
Se impulsó el desarrollo comercial con expediciones geográficas como la mandada por Nearcos, cuya flota descendió por el Indo y remontó la costa persa del Índico y del golfo Pérsico hasta la desembocadura del Tigris y el Éufrates.
También se construyeron carreteras y canales de riego. La fusión cultural se hizo en torno a la imposición del griego como lengua común (koiné).
Y se fundaron unas setenta ciudades nuevas, la mayor parte de ellas con el nombre de Alejandría (la principal en Egipto y otras en Siria, Mesopotamia, Sogdiana, Bactriana, India y Carmania).
Una de las consecuencias de las conquistas de Alejandro fue la difusión de la cultura helénica, en la cual había sido educado por Aristóteles. Numerosas ciudades se fundaron al estilo griego y algunas, como Antioquía y Alejandría, llegaron a ser grandes centros culturales.
La lengua griega se extendió por Oriente, junto con formas de conocimiento que estimularon los estudios de matemática, biología, medicina y astronomía, así como el desarrollo de la poesía, el arte, la historia y la filosofía.
Así surgió la cultura helenística, en la cual se mezclaban los elementos culturales del mundo griego y los aportes de las civilizaciones orientales.
La temprana muerte de Alejandro a los 33 años, víctima del paludismo, le impidió consolidar el imperio que había creado y relanzar sus conquistas; de hecho, el imperio de Alejandro Magno apenas sobrevivió a la muerte de su creador.
Se desencadenaron luchas sucesorias en las que murieron las esposas e hijos de Alejandro, hasta que el imperio quedó repartido entre sus generales (los diádocos): Antígono tomó Macedonia y Grecia; Seleuco conservó Siria, Asia Menor y Mesopotamia; y Ptolomeo gobernó en Egipto, Palestina y Libia.
Los reyes helenísticos ejercieron su poder de una forma autoritaria, y se presentaron continuos enfrentamientos por la sucesión en cada reino.
Sin embargo, estos monarcas contaron con poderosos ejércitos y un número grande de funcionarios, la mayoría griegos, lo que les permitió gobernar e imponer la cultura y la lengua griegas, las cuales se mezclaron y adoptaron elementos de las tradiciones culturales orientales.
Así, ciudades como Antioquía (en Siria) o Pérgamo (en Turquía) alcanzaron gran vitalidad económica y artística. Sin embargo, la ciudad más importante del Mediterráneo fue Alejandría (en Egipto), gracias al comercio que se concentraba en su puerto, y a su papel como centro cultural.
La ciudad tenía una gran biblioteca, el ágora, teatros, gimnasios, plazas y mercados; donde convivían distintos pueblos y culturas como judíos, egipcios y griegos, cada uno con sus propios templos y jueces.
LA CULTURA GRIEGA
Los antiguos griegos no solo produjeron nuevas formas de organización política, también desarrollaron una riquísima vida cultural que tuvo al ser humano como su gran protagonista.
Su escritura alfabética, filosofía, ciencias, historia y distintas artes son responsables, en buena medida, de lo que hoy entendemos por estas disciplinas.
Reunidas, todas estas creaciones, rescatadas e imitadas después por Roma, constituyeron el canon cultural de la Antigüedad clásica, es decir, fueron un modelo a seguir con características que, se pensaba, eran perfectas.
Durante el siglo V_a. C., la ciudad de Atenas vivió un enorme auge comercial y cultural en lo que ha sido descrito como su “edad de oro”.
Entonces se creó allí una gran cantidad de obras artísticas y arquitectónicas que definieron un ideal de belleza y perfección técnica cuya influencia perdura en la actualidad.
Este ideal de belleza, aplicado al cuerpo humano, se expresó principalmente en la escultura. La herencia cultural griega es enorme, por lo que se afirma que Grecia es “la cuna de la civilización occidental”.
La filosofía y la ciencia
La poesía y el teatro
En literatura, los griegos cultivaron diversos géneros. En poesía se destacaron Homero, el poeta épico autor de La Ilíada y La Odisea, Píndaro y Safo de Lesbos.
Los griegos fueron los inventores del teatro, y sus obras se siguen representando en nuestra época. Dos fueron los géneros teatrales creados en Grecia:
- La tragedia, en la que se mostraban los grandes sentimientos y conflictos humanos. Renombrados autores de tragedia fueron Esquilo, Sófocles y Eurípides.
- La comedia, que trataba de forma satírica aspectos de la vida cotidiana. Se destacó, sobre todo, Aristófanes.
La religión politeísta de la cultura griega
Los griegos practicaban una religión politeísta con dioses de aspecto y rasgos humanos, aunque inmortales y con poderes sobrehumanos.
Creían que los dioses vivían en el monte Olimpo, presididos por Zeus, dios supremo. Junto a él, figuraban otros dioses como Hera, su esposa y diosa de la familia; Afrodita, diosa de la belleza y del amor; Poseidón, dios del mar; Atenea, diosa de la sabiduría; Apolo, dios de las ciencias y de las artes, etc.
Cada ciudad estaba protegida por una divinidad, a la que se rendía culto oficial mediante sacrificios o grandes procesiones, como la de las Panateneas en Atenas.
Los griegos creían también en la existencia de héroes, hijos de dioses y humanos. Entre ellos, tuvo especial fama Hércules, poseedor de una fuerza sobrehumana.
Periódicamente, organizaban competiciones deportivas en honor de los dioses, como los Juegos Olímpicos, celebrados cada cuatro años.
Estas ceremonias eran panhelénicas, es decir, que a ellas acudían personas de todas las polis, lo que daba un carácter unitario a la civilización griega.
La arquitectura en la cultura griega
La arquitectura en la cultura griega tuvo las siguientes características:
Era adintelada o arquitrabada. Los griegos no usaron el arco o la bóveda, sino que sus construcciones se basaban en la unión de elementos horizontales y verticales, lo que recibe el nombre de dintel o arquitrabe.
Utilizaba como medida al ser humano. A diferencia de otras arquitecturas, como la egipcia o la mesopotámica, la griega renunciaba a la monumentalidad y realizaba edificios adaptados a las proporciones humanas.
Buscaba la belleza y la perfección matemática. Para ello, se construían edificios resultantes de cálculos, cuyo objetivo era conseguir la armonía en las formas.
En esta búsqueda de la armonía, diseñaron los órdenes arquitectónicos, es decir, formas preestablecidas para situar los diferentes elementos de la fachada.
Los griegos crearon tres órdenes arquitectónicos, el dórico, el jónico y el corintio.
Los principales edificios griegos fueron los templos.
Se trataba de edificios rectangulares rodeados de columnas, que fueron considerados la morada del dios al que estaban dedicados. El templo más importante de Atenas era el Partenón, que era dedicado a la diosa Atenea.
Los griegos otorgaban gran protagonismo al ser humano. Por ello, representaban la escultura siguiendo un ideal de belleza basado en el equilibrio y en la proporción de las formas. Sin embargo, la escultura griega evolucionó hasta la perfección a través de diferentes etapas:
- Época arcaica, (siglos VIII – VI a. C.). Las figuras eran rígidas e idealizadas. Los rostros eran inexpresivos y presentan un tipo de gesto llamado sonrisa arcaica. Los cabellos se trataban de forma geométrica.
- Época clásica, (siglos V y IV a. C.). La representación anatómica alcanzó la perfección. Las figuras representaban el ideal de belleza, serenidad y armonía. Entre los escultores sobresalieron Mirón, Fidias o Policleto. En el siglo IV a.C., el estilo clásico evolucionó hacia representaciones de mayor expresividad y movimiento. En esta época el escultor más importante fue Praxíteles.
- Época helenística, (siglos III – I a. C.). Las obras se hicieron más expresivas y realistas. Reflejaban movimiento y tensión. Las composiciones eran grupales y complejas.
Los alfareros griegos diseñaron vasijas de formas muy variadas. Cada una cumplía una función. Así, las ánforas servían para almacenar vino o aceite, las cráteras para mezclar agua y vino, o los alabastrones para guardar perfumes.
Las vasijas se decoraban con motivos geométricos o vegetales, y evolucionaron hasta la representación humana mediante figuras rojas, negras o amarillas sobre fondos rojos o negros.