EL DESPOTISMO ILUSTRADO
Las ideas de la Ilustración sobre el ordenamiento político y económico de la sociedad se contrapusieron a las formas de organización que regían entonces en gran parte de las naciones europeas, como por ejemplo, el absolutismo.
Como vimos, este predominó en Europa entre los siglos XVI y XVIII, y se caracterizó por la concentración del poder en la figura del rey, quien controlaba todo lo relativo al gobierno:
promulgación de leyes, la dictación de justicia, el establecimiento y cobro de impuestos, el nombramiento y la destitución de funcionarios; además de comandar el ejército, dirigir la diplomacia y decidir sobre la paz o la guerra.
Como los ilustrados fundamentaban sus ideas políticas en la existencia de ciudadanos libres e iguales y en la división de los poderes del Estado en ejecutivo, judicial y legislativo, se opusieron al régimen absolutista.
Algunos abogaron por el establecimiento de una república, mientras que otros promovían una monarquía constitucional.
Por ejemplo, el inglés John Locke (1632-1704) sostuvo que el poder político debía respetar los derechos naturales del ser humano, sustituyendo el poder absoluto del rey por la soberanía popular.
Por medio de la soberanía popular, la legitimidad pasaba a residir en los ciudadanos y ya no en el rey.
Los ilustrados defendieron un ordenamiento político de carácter constitucional, esto es, reglado por escrito y acordado según lo requerido por la soberanía popular.
Las ideas impulsadas por los ilustrados, aunque influyeron en algunos reyes, criticaban el ordenamiento social tradicional compuesto por estamentos y basado en la autoridad divina del rey.
Estos proponían configurar un nuevo orden, en el cual la participación, el ejercicio del librepensamiento y la existencia de autoridades cuya actuación se basaba en reglas comunes y conocidas por todos, fueran los principios fundamentales de la vida en comunidad.
Se denominó despotismo ilustrado a la forma de gobierno monárquico que promovió el gobierno absoluto de reyes pero ajustado a algunas ideas reformistas de los ilustrados.
Los monarcas ilustrados pretendieron aplicar algunas medidas de reforma, con el fin de desarrollar la vida económica, mejorar la eficacia del gobierno y elevar el nivel cultural de los súbditos.
Su lema, “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, reflejaba ese interés por impulsar la educación, difundir los avances científicos, fomentar la industria y el comercio, etc., aunque sin introducir reformas de signo liberal en la estructura del Estado.
Para llevar a cabo su programa, algunas monarquías europeas, se sirvieron de secretarios y ministros, muchos de ellos ilustrados, que intentaron aplicar los ideales de las luces desde su tarea de gobierno, motivo por el que en ocasiones se enfrentaron a la Iglesia y a los sectores más tradicionales de la sociedad.
El temor a la innovación fue sustituido por una creencia en la posibilidad de alcanzar un futuro mejor, no por un cambio súbito, sino por una paciente labor educativa y legislativa. Algunas de las ideas puestas en práctica fueron:
- Incentivar la agricultura, que es la que produce las materias para la industria y los productos para el intercambio.
- Desamortizar las tierras que no eran explotadas por la Iglesia o la nobleza.
- Promover el desarrollo de las ciudades, por medio de la reforma del trazado y mejorar el sistema de suministro de agua.
- Disminuir los privilegios a la nobleza y controlar sus gastos.
- Reformar los sistemas judiciales con la instauración de Códigos de Derecho Civil y Penal.
- Establecer una reforma educativa dirigida por los funcionarios reales que permitiera formar ciudadanos. Además, se crearon sociedades económicas, bibliotecas y museos
Durante la segunda parte del siglo XVIII, en todos los países en que había absolutismo se dieron profundas críticas internas, que culminaron en una serie de cambios y transformaciones a finales del periodo.
Esas críticas tuvieron una clara influencia del pensamiento ilustrado.
Monarquías europeas que aplicación del despotismo ilustrado
La aplicación del despotismo ilustrado se desarrolló en las monarquías europeas de manera diferenciada.
- En Prusia, Federico II el Grande (reinó de 1740 a 1786) fortaleció al ejército, fomentó el desarrollo agrícola e industrial y convirtió la nación en una potencia europea.
- En Rusia, Catalina II (reinó de 1762 a 1796), amiga de pensadores ilustrados como Voltaire y Diderot, impulsó la modernización de la educación.
- En Portugal, José I (reinó de 1750 a 1777), asistido por su ministro el marqués de Pombal, expulsó a los jesuitas y propició la difusión de la cultura ilustrada.
- En el Imperio austriaco, José II (reinó de 1765 a 1790) limitó el poder de la Iglesia, liberó a los siervos y reformó el ordenamiento legal de los dominios imperiales, aunque al final de su reinado suspendió muchas de estas iniciativas.
- En España, el despotismo ilustrado se aplicó, especialmente, con Carlos III (reinó de 1759 a 1788), quien asistido por colaboradores como Esquilache, Campomanes, Olavide, Floridablanca y el conde de Aranda, impulsó numerosas reformas. Algunas de estas fueron la mejora del urbanismo de Madrid, la expulsión de los jesuitas, la creación de las sociedades económicas de amigos del país para difundir los adelantos técnicos y económicos, la colonización de nuevas tierras o la liberalización del comercio con América.
Pese a estos intentos reformistas ilustrados, la eficacia de las mismas fue escasa, pues estas chocaron con los límites del absolutismo, ya que de ningún modo pretendían alterar los cimientos políticos y sociales del antiguo régimen o acabar con el modelo político vigente.
El pensamiento ilustrado y la idea de república
El pensamiento ilustrado propició la difusión de nuevas ideas en torno al modelo de Estado que debía regir a la sociedad.
Estas ideas fueron moldeando el llamado ideario republicano, que reivindicaba el derecho de una nación y su pueblo a implementar una forma de gobierno basada en los principios políticos de la ilustración, los cuales se vieron sintetizados en la idea de república.
Con la Ilustración, la república se constituyó en un ideal político que debía contar con la división de los poderes del Estado, la alternancia en el poder, mayores instancias de democratización.
A la vez que debía reflejar la voluntad soberana y popular, en la cual todos quienes eran considerados ciudadanos pasaban a ser iguales ante la ley.
El ciudadano, mediante el ejercicio de su soberanía, representada en el voto, podía participar en las decisiones tomadas al interior de una comunidad.
Estas ideas republicanas fueron resistidas fuertemente por las autoridades absolutistas y los grupos privilegiados del Antiguo Régimen, por lo que su ascenso solo se logró mediante grandes revueltas y revoluciones.
A raíz de la difusión de este ideario y la reacción de los regímenes absolutistas, a fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, se conformó una teoría política más elaborada y concreta, denominada republicanismo.
Esta se extendió por casi toda Europa y América, transformando gran parte de los sistemas políticos occidentales.