La evaluación formativa
Se define a la evaluación formativa como un proceso continuo de evaluación que ocurre durante la enseñanza y el aprendizaje, basado en la búsqueda e interpretación de evidencia acerca del logro de los estudiantes respecto a una meta.
La evaluación formativa implica pensar y planificar la evaluación al mismo tiempo que la enseñanza. La evaluación se vuelve consecuentemente formativa cuando la evidencia es efectivamente usada para adaptar la enseñanza a la necesidad
En ese sentido una evaluación útil, fiable y válida no se improvisa, sino que es resultado de un proceso de elaboración que considera los enfoques didácticos del proceso de enseñanza y aprendizaje que se quiere evaluar.
Es así como, desde la teoría educativa actual, se habla de fases o etapas de la evaluación formativa, con lo cual se atiende a la idea que la evaluación no es solo la aplicación de un instrumento con el fin de calificar a los estudiantes, sino que es una actividad continua, que implica varios elementos que deben ser considerados, como se verá a continuación.
Fases de la evaluación formativa
Se distinguen cinco fases de la evaluación formativa las cuales son:
- Planificación de la evaluación formativa
- Ejecución o desarrollo de la evaluación formativa
- Obtención y análisis de resultados
- Difusión de resultados y retroalimentación
- Toma de decisiones y metaevaluación

Planificación de la evaluación formativa
El primer elemento que se considera en la planificación de la evaluación es la lista de resultados de aprendizaje que se definieron para la asignatura.
De acuerdo con el modelo de Wiggins y McTighe (2005), la secuencia que sigue un docente al momento de planificar la evaluación se detallará a continuación.
Etapas de la planificación de la evaluación formativa
Las tres etapas se explican de la siguiente manera:
Seleccionar los resultados de aprendizaje de la asignatura.
Es el primer paso, pues estos resultados de aprendizaje (enunciados centrados en el estudiante que incluyen un verbo –en infinitivo–, un contenido y un contexto) orientan el proceso formativo de una asignatura –evaluaciones y actividades de aula–.
Estos resultados corresponden a lo que los estudiantes deben demostrar al término de una actividad de aprendizaje.
Determinar los procedimientos evaluativos.
Es el segundo paso, y a diferencia de lo que ocurría con la pedagogía tradicional, que mezclaba las actividades de aula con los objetivos y los procesos evaluativos.
Se sigue una secuencia que consiste en determinar, a partir de los resultados de aprendizaje seleccionados, los procedimientos evaluativos más apropiados para evaluar específicamente esos resultados y luego se diseñan las actividades de aula (Wiggins y McTighe, 2005).
La pregunta que deberá hacerse el docente en este momento es ¿Qué procedimientos evaluativos permiten demostrar que los estudiantes lograron los resultados de aprendizaje propuestos?
Para responder a esta pregunta, en esta fase es necesario definir:
- el tipo de evaluación que se aplicará: diagnóstica, formativa y sumativa;
- la cantidad de instancias evaluativas del curso, calificadas y no calificadas;
- los resultados de aprendizaje que serán evaluados en cada procedimiento evaluativo;
- los procedimientos evaluativos que se usarán (tipo, cantidad, distribución de ítems y duración);
- la tabla de especificaciones de cada instrumento y la rúbrica (si la actividad evaluativa lo amerita);
- el equipo evaluador, la asignación de roles y los tiempos de ejecución para el desarrollo de las tareas (quién elabora las preguntas, quién las revisa, quién ensambla el instrumento, quién aplica, quién corrige el instrumento y entrega los resultados; quién escribe y revisa las rúbricas, etc.).
Diseñar las actividades de enseñanza y aprendizaje.
En esta última fase o etapa se planifican aquellas actividades que permitirán a los estudiantes adquirir los resultados de aprendizaje que se propusieron para el curso.
Implica planificar y desarrollar actividades de aula que resulten motivadoras y que lleven a una comprensión profunda de las materias estudiadas.
Dentro de este modelo, un aspecto importante del aprendizaje es que los estudiantes sean capaces de transferir los aprendizajes a situaciones nuevas, abandonando así el modelo de educación repetitiva y centrada en los contenidos conceptuales.
Por último, en esta fase de planificación de la evaluación formativa, cabe incluir la tabla de especificaciones, pues esta es una herramienta pedagógica útil y conveniente a la hora de organizar la evaluación.

Tabla de especificaciones de la evaluación formativa
Para sistematizar la elaboración de una evaluación, la tabla de especificaciones es una herramienta que resulta de gran utilidad.
Se define como una tabla de doble entrada, permite determinar y estructurar con claridad los elementos constitutivos de una evaluación.
Dichos elementos no son necesariamente fijos, puesto que varían conforme a los criterios o estándares de desempeño que la institución o el docente han delimitado para evaluar una determinada conducta o rasgo del estudiante.
Por ejemplo, una tabla de especificaciones puede reunir los siguientes elementos:
- los resultados de aprendizaje y los contenidos por evaluar;
- la cantidad y el tipo de ítems utilizados para evaluar cada uno de los resultados de aprendizaje y
- a asignación de puntaje del instrumento y de cada uno de los ítems.
Adicionalmente pueden integrarse otros elementos, tales como las dimensiones o niveles de aprendizaje por evaluar y los porcentajes o pesos relativos de cada uno de los ítems con respecto de la totalidad del instrumento de evaluación.
Además de las tareas cognitivas asociadas a cada ítem, considerando alguna taxonomía conocida, como Bloom (1956), Anderson y Krathwohl (2000) o Marzano y Kendall (2007). Se revisará un modelo de tabla de especificaciones a continuación:

Ejecución o desarrollo de la evaluación formativa
Implica construir el procedimiento o instrumento, para lo cual se decide entre:
- hacer uno completamente original;
- repetir uno existente; y
- usar un cierto número de ítems anteriormente probados (equating o anclaje) y otro número de ítems nuevos. Aplicar el procedimiento o instrumento a los estudiantes, siendo necesario:
- entregar instrucciones claras y dar la posibilidad de realizar preguntas durante la aplicación del instrumento;
- precisar si la evaluación se desarrollará por escrito o en modalidad online; y
- permitir o no elementos anexos (calculadoras, libros, diccionarios, esquemas) durante el desarrollo de la evaluación.
En la fase de la aplicación, es recomendable observar y registrar las condiciones en que se aplicó el instrumento.
Muchas veces estas condiciones inciden en el desarrollo de la evaluación y en los resultados que obtienen los estudiantes.
Obtención y análisis de resultados
En esta fase se corrige el instrumento de evaluación mediante la aplicación de criterios previamente definidos –rúbricas y pautas de corrección– y la asignación de los puntajes correspondientes.

Esto permite la obtención de datos estadísticos: media, moda, mediana, índice de discriminación –o rango biserial–, nivel de dificultad, omisión, curva de distribución, cantidad de estudiantes reprobados y aprobados en una primera revisión.
Luego de obtenidos los resultados cuantitativos, es conveniente realizar un análisis cualitativo de los datos que considere.
Por ejemplo, qué problemas estructurales exhiben las preguntas que resultaron en extremo difíciles o fáciles, qué características académicas tienen los estudiantes que obtienen los peores y mejores resultados.
Ambos análisis permiten al agente evaluador tomar decisiones, tales como eliminar preguntas que presentan características edumétricas muy deficientes o modificar las puntuaciones.
Esto puede arrojar una nueva escala de puntuaciones y nuevos resultados de la aplicación.
Difusión de resultados y retroalimentación
Esta fase resulta de una importancia capital para el estudiante y para su proceso de enseñanza y aprendizaje, pues, mediante la socialización de los resultados con el grupo, se logra que los estudiantes tomen conciencia de sus logros y errores.
Se recomienda en esta etapa que el docente destine tiempo de clase a comentar con sus estudiantes la pauta de corrección, los errores más frecuentes, las modificaciones de puntaje (si es que las hubo) o cualquier otro aspecto que los convoque a expresar sus opiniones sobre lo que pensaron o analizaron al contestar de manera incorrecta una determinada pregunta.
Toma de decisiones y metaevaluación
En esta fase el docente toma decisiones en torno al proceso de evaluación y al proceso de enseñanza y aprendizaje que está en marcha.
Algunas decisiones podrían ser:
- realizar una evaluación complementaria o adicional que permita mejorar notas deficientes. Esto solo se lleva a cabo cuando un 60% del curso (o más) obtiene una nota inferior a 4,0;
- enfatizar en clases o en ayudantía los aspectos no logrados que se detectaron gracias a la aplicación del instrumento de evaluación. Dichos aspectos pueden ser contenidos, procedimientos o resultados de aprendizaje;
- asignar lecturas extras a los estudiantes para que orienten y profundicen los aspectos deficientes; y
- planificar de otro modo las evaluaciones siguientes o mantener lo acordado inicialmente.
Asimismo, el docente toma decisiones sobre su actuar pedagógico. Para ello es necesario y conveniente que analice cómo y en qué condiciones efectúa el proceso de evaluación formativa.
Este proceso es conocido como metaevaluación o evaluación de la evaluación y contempla determinar si:
- Los instrumentos utilizados permitieron recoger información útil, confiable y relevante acerca del aprendizaje de los estudiantes;
- la evaluación realizada fue económica, realista y se desarrolló dentro de los márgenes de la ética;
- el análisis de resultados fue exhaustivo; y
- es posible/necesario modificar algún aspecto de la evaluación y por qué.
Referencias
Ahumada, P. (2003). La Evaluación en una Concepción de Aprendizaje Significativo. Ediciones Universitarias de Valparaíso.
Casanova, M. (2007). Capítulo 3 Evaluación: concepto, tipología y objetivos. En Manual de evaluación educativa. La Muralla
Mateo, J. (2006). Capítulo 1 La evaluación educativa. En La evaluación educativa, su práctica y otras metáforas. Alfaomega
Santos, M. (1998). Evaluar es comprender. Magisterio del Río de la Plata.
Wiggins, G. y McTighe, J. (2005). Understanding by design. Alexandria, VA: Association for Supervision and Curriculum Development.