EL SUELO
El suelo es la capa superficial de la tierra y constituye el medio en el cual crecen las plantas.
Es capaz de aportar los nutrientes fundamentales para el crecimiento de los vegetales y almacenar agua de lluvias cediéndola a las plantas a medida que la necesitan.
También en el suelo las raíces encuentran el aire necesario para vivir.
El suelo se extiende tanto en superficie como en profundidad; consta de varias capas llamadas horizontes, aproximadamente paralelas a la superficie.
Cada uno de los horizontes del suelo tiene distintas propiedades físicas y químicas, lo que se refleja en su aspecto.
Al conjunto de horizontes de un suelo se le llama perfil. El perfil de un suelo se puede observar en un corte de caminos o en una barranca.
- Horizonte A: capa superior, más oscura y fértil, con más raíces. Es la capa arable del suelo.
- Horizonte B: capa más arcillosa, menos fértil y con menos raíces.
- Horizonte C: capa más profunda. Prácticamente sin raíces.
El suelo tiene cuatro grupos de componentes:
- Materia mineral
- Materia orgánica
- Agua
- Aire
La materia mineral es el componente más abundante del suelo. Está formada por partículas que varían de tamaño desde pequeñas piedras hasta partículas de arcilla que no se pueden ver siquiera con un microscopio común.
La materia mineral que forma el suelo se agrupa según su tamaño en tres fracciones: Arena: de 2 a 0.05 mm Limo: de 0.05 a 0.002 mm Arcilla: menor a 0.002 mm
La materia orgánica (humus) se forma con la incorporación de restos animales y vegetales.
Es muy importante para la fertilidad ya que desde ella, los microorganismos que viven en el suelo, liberan nutrientes para las plantas. La materia orgánica le da al suelo su color oscuro característico.
Entre los sólidos del suelo (minerales y materia orgánica) se ubican los poros que son ocupados por agua y aire, de manera variable.
En general los poros más grandes están llenos de aire, necesario para que respiren las raíces y pequeños animales que viven en el suelo.
Los poros pequeños son los que almacenan agua. El agua es importante pues tiene sustancias minerales necesarias para la nutrición de las plantas.
Textura de los suelos
La textura está determinada por la materia mineral que forma el suelo. Así hablamos de suelos arenosos o arcillosos.
Los suelos en los que predomina la fracción arena son permeables al agua y al aire y fácilmente trabajables (lo que se considera que son buenas propiedades físicas).
Son suelos relativamente sueltos, livianos, pero de baja fertilidad.
Los suelos arcillosos en cambio son pegajosos si están húmedos y muy duros cuando secos. Sólo se pueden trabajar dentro de cierto rango de humedad.
Tienen por lo tanto malas propiedades físicas pero son los más fértiles. Se les conoce como suelos pesados.
Entre estos dos extremos hay un amplio rango de situaciones, de acuerdo al porcentaje de las distintas fracciones minerales que componen el suelo.
Cuando hay un equilibrio de las tres fracciones (arena, limo y arcilla) se habla de suelos francos o de texturas medias. Estos son suelos equilibrados entre sus propiedades físicas y fertilidad.
Fertilidad de los suelos
Cuando se habla de “fertilidad” de un suelo se aborda el recurso edáfico desde la perspectiva de la producción de cultivos.
Así, la fertilidad de un suelo es la capacidad que tiene el mismo de sostener la del crecimiento de los cultivos o ganado.
Esta es una definición agronómica. La fertilidad de un suelo depende principalmente de su contenido en materia orgánica, de su textura y material parental.
A mayor contenido de materia orgánica más fértil es el suelo, ya que es a partir de ella que los microorganismos que viven en el suelo liberan elementos nutritivos para las plantas.
Por su parte cuanto más arcilloso es un suelo mayor fertilidad tiene, ya que posee más capacidad para retener nutrientes.
Muchas veces se divide a la fertilidad en “química”, “física” y “biológica” para su abordaje particular, pero muchas veces resulta complicado separarlas.
Tipos de fertilidad
La fertilidad química
La fertilidad química se refiere a la capacidad que tiene el suelo de proveer nutrientes esenciales a los cultivos (aquellos que de faltar determinan reducciones en el crecimiento y/o desarrollo del cultivo).
En este sentido se evalúa la disponibilidad de nutrientes en el suelo a través de análisis de suelos y/o plantas a través de un proceso de diagnóstico y posteriormente se definen estrategias de fertilización.
La “fertilidad física”
La “fertilidad física” está relacionada con la capacidad del suelo de brindar condiciones estructurales adecuadas para el sostén y crecimiento de los cultivos.
Aspectos como la estructura, espacio poroso, retención hídrica, densidad aparente, resistencia a la penetración, entre otras, son algunas de las variables que se analizan en estudios de fertilidad física de suelos.
La “fertilidad biológica”
La “fertilidad biológica” se vincula con los procesos biológicos del suelo, relacionados con sus organismos, en todas sus formas. Los organismos del suelo son imprescindibles para sostener diversos procesos del suelo.
Posiblemente sea el área de conocimiento edafológico menos desarrollado pero con algunos avances interesantes en los últimos años en lo que se refiere a estudios enzimáticos y ecología microbiana de suelos.
Si bien resulta muy sencillo clasificar la fertilidad de un suelo en diferentes clases, es evidente que en el suelo los procesos ocurren en forma multivariada y compleja.
Erosión del suelo
La erosión es el desprendimiento y arrastre de parte del suelo por acción de la lluvia o el viento. La erosión se lleva la capa superior (horizonte A) por tanto la parte más fértil del suelo.
La erosión se produce por efecto de las gotas de lluvia que provocan impacto contra suelos descubiertos de vegetación.
Esto produce el desprendimiento de partículas que al quedar sueltas son arrastradas por el agua de lluvia que escurre sobre el suelo. Algunos suelos se erosionan más fácilmente que otros.
Las causas que influyen en esto son: el tamaño de las partículas que forman el suelo y la fuerza de su unión, la facilidad con la que el agua penetra en el suelo y su profundidad y la pendiente del terreno (en lugares de mayor pendiente el agua corre a más velocidad).
De acuerdo al uso que se haga del suelo será su riesgo de erosión. Los suelos que permanecen descubiertos (que han sido arados o laboreados) tienen mayor riesgo.
Para lograr una adecuada conservación de los suelos se deben tomar medidas de manejo tales como: trabajar la tierra con la humedad correcta, usar herramientas apropiadas, en chacras con declive arar en forma transversal a la pendiente.
En los últimos años con la generalización del sistema de siembra directa se está contribuyendo a una mejor conservación de los suelos en nuestro país.