EL ORIGEN DEL CRISTIANISMO

Contexto histórico de los primeros cristianos

Nacido en Palestina, de la predicación de un judío cuyos primeros discípulos fueron también judíos que, a su vez, se dirigieron a otros contemporáneos de igual procedencia, el cristianismo proviene en línea directa del judaísmo.
Taller El origen del cristianismo
Pero trasciende rápidamente del ámbito israelita en que se mantuvo al principio. Después de la primera generación, el mensaje cristiano es predicado a los gentiles y éstos lo acogen, de entrada, con mayor entusiasmo que en Israel.
Bien pronto, y de más en más son los paganos* quienes lo adoptan: en el mundo grecorromano es donde la nueva religión avanza y se concreta realmente.
Cuando aparece el cristianismo, Palestina, salvo algunos breves intervalos, está sometida desde hace varios siglos al dominio extranjero, iniciado con el cautiverio de Babilonia.

En el año 63 a.C., Pompeyo la convierte en estado vasallo bajo la tutela romana. Gracias a la energía y a la habilidad política de Herodes el Grande (62 a 4 a.C.), rey por la gracia de Roma con el título de aliado y amigo del pueblo romano, Palestina brilla con un último resplandor.

 

Existe el problema que supone la presencia de los romanos para todo judío. Y la fiebre mesiánica adquiere carácter crónico en Palestina. Se manifiesta a veces en violentos estallidos, algunos de los cuales llegan hasta la Diáspora.

 

Su resultado final fue el gran levantamiento de 66-70. El cristianismo nace y se desarrolla en esta atmósfera de crisis, en este fondo de remolinos mesiánicos.

Como también él es un movimiento mesiánico, no deja de sentir las contradicciones de semejante situación. (extraído de M. Simon, Eudeba, 1961)

 

Origen del cristianismo 

 

El pueblo judío estaba, como muchos otros, dominado por el Imperio Romano, cuando nació Jesús de Nazaret, llamado también Jesucristo, Cristo, el Mesías o el Redentor. En ese momento había varias posturas religiosas dentro del judaísmo. 

 

Los saduceos eran los sacerdotes más poderosos; se acomodaron a la dominación romana, más flexiblemente.

Los fariseos, en cambio, luchaban por seguir manteniendo la religión judía sin modificaciones, por lo cual eran rígidos con respecto al cumplimiento de los preceptos religiosos. 

 

El pueblo los respetaba y escuchaba a sus rabinos, maestros o sabios que interpretan las Sagradas Escrituras (la Biblia) y desempeñan su tarea tomando como base la sinagoga o templo judío. 

 

En Palestina, convulsionada por la dominación extranjera, los profetas anunciaban la llegada de un Mesías* (Salvador, o Enviado del Señor), que llegaría para salvar a los judíos de sus desgracias e impondría en el universo el reinado de Dios. 

 

Hubo muchos movimientos mesiánicos, pero sólo el de Jesucristo trascendió, transformándose en una religión.

Jesús, que se proclamó Hijo de Dios y empezó a difundir su doctrina, fue perseguido porque, siendo judío, criticaba el accionar de los religiosos que no se fijaban en sus hermanos más humildes.

 

 

Su prédica se difundió entre los pobres y marginados, pescadores de Galilea, campesinos de Palestina.

 

Con un mensaje de fraternidad universal que se distingue por exaltar el amor al prójimo, les decía a los ricos que lo querían seguir que antes debían repartir sus riquezas, «porque es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico entre al Reino de los Cielos». 

 

Los fariseos temían perder su autoridad ante la población, ya que Jesús por ejemplo afirmaba que era más importante socorrer a un necesitado que santificar el día sábado. 

 

También se lo acusó de querer proclamarse rey, porque ésa era una expectativa política de muchos que no querían más la dominación extranjera.

 

Aunque Jesús aclaró: «Mi reino no es de este mundo», se lo condenó a muerte por crucifixión (castigo romano).

 

Le puede interesar ver Los orígenes del Cristianismo Oficial: de Constantino al final del Arrianismo

 

 

Taller El origen del cristianismo

 

Expansión del cristianismo

 

Tras su muerte, en Pascua se difundió la noticia de la Resurrección de Jesucristo. A partir de ahí nació el cristianismo, que se propagó por las colonias judías del norte de Africa, y también entre los llamados gentiles, es decir, gente que antes no era judía sino politeísta.

 

A través de la prédica de los Apóstoles y sus seguidores, llegó el cristianismo a Grecia y a Roma.

 

Se fue formando la Iglesia, que significa «asamblea» o «reunión», pese a que en los primeros tiempos los cristianos fueron perseguidos muy duramente. 

 

Como el Imperio Macedónico había divulgado la cultura helenística y el idioma griego, los judíos de las comunidades de la Diáspora (dispersión por el mundo a raíz de las sucesivas invasiones) se helenizaron en gran medida, acostumbrándose a usar el griego. 

 

Es por eso que se traduce la Biblia al griego: la versión llamada de los Setenta, que data del siglo II a.C., estuvo destinada para uso religioso de las comunidades judías y para su propaganda entre los paganos*. 

 

La propagación del cristianismo por el Imperio Romano fue facilitada por muchas colectividades judías en el Mediterráneo, que vieron en Jesús de Nazaret al Mesías que estaban esperando, y la versión de los Setenta se convirtió en la Biblia oficial de la Iglesia.

 

 El cristianismo no hizo diferencia entre los conversos de distintos orígenes, no se les exigía la circuncisión (que sí tenían los primeros cristianos de origen judío) sino el bautismo, ritual de fe, emotivo e incruento.

 

Taller El origen del cristianismo

 

Como el cristianismo se estaba expandiendo por el Imperio Romano, los relatos evangélicos de la Pasión (sufrimiento, muerte y resurrección de Jesucristo) se preocuparon por atenuar la responsabilidad de Pilatos (funcionario romano) en la condena de Jesús; así, recayó en los judíos el peso del crimen de un acusado a quien se sabía inocente.

 

En realidad, la responsabilidad fue de ambos: dirigentes judíos y romanos. La expansión del cristianismo tuvo a San Pablo como protagonista en el mundo griego. 

 

San Pedro en el romano, pero según el investigador M. Simon la comunidad cristiana en Roma no fue fundada ni por Pedro ni por Pablo: hubo muchísimos predicadores cuyos nombres no han quedado en la historia pero su acción fue igualmente importante.

 

Al principio, para los que no eran judíos ni cristianos, el cristianismo era apenas una secta judía. 

 

Muy lentamente los emperadores romanos fueron advirtiendo la importancia de la difusión de esta nueva religión, de la competencia o del peligro que significaba para la religión politeísta romana, y comenzaron a reprimirla.

El Imperio cristiano

 

Varios emperadores (como Nerón, por ejemplo) habían encontrado cómodo usar a los cristianos como «chivos expiatorios» para canalizar hacia ellos las iras populares por epidemias y otras calamidades. 

 

Hubo emperadores que fomentaron la tolerancia, pero otros, como Domiciano y Marco Aurelio, los persiguieron y numerosos fieles cristianos tuvieron que enfrentar el martirio. 

 

Taller El origen del cristianismo

Finalmente, el Emperador romano Constantino, al convertirse al catolicismo, decidió dejarlos de perseguir, dando el Edicto de Milán en el 313 d.C. que implantó la tolerancia.

Convocó en el 325 el Concilio de Nicea, donde se formuló la profesión de fe o Credo. El emperador Teodosio, en el año 379 d.C., convirtió al catolicismo en religión oficial del Imperio. 

 

Llegando a la intolerancia, suprimió la antigua religión romana, politeísta, cerró o destruyó sus templos y ordenó apagar el fuego de Vesta (diosa del fuego doméstico, que debía estar prendido para preservar la estabilidad de los hogares). 

 

De este modo, el cristianismo oficial (imperial) dejó de tener una característica que Cristo le había dado: el amor al prójimo, no importa su creencia.

Se empezó a perseguir a los «paganos» e incluso se mandó matar a quienes prosiguieran con los antiguos cultos. 

 

El obispo de Roma tomó los atributos del Sumo Pontífice Romano, y la pobreza dejó de ser un rasgo en su jerarquía.

DESCARGAR PDF GRATIS

Deja un comentario