LA PAZ ARMADA
Durante los últimos años del siglo XIX, y los primeros años del siglo XX, hasta el desenlace de la Primera Guerra Mundial, Europa vivió una época de paz no exenta de tensiones; es el período llamado Paz armada.
Las naciones desarrollaron alianzas y bloques con el objeto de defender sus intereses y protegerse de las naciones rivales.
Desde el punto de vista político, hubo un ejercicio a nivel de las cancillerías de los países y de los imperios, por poner en práctica alianzas y pactos secretos entre ellos con el fin de enfrentar a potenciales enemigos.
Los acuerdos, la mayoría de ellos prácticamente desconocidos por la opinión pública, decían relación con asistencia bélica en caso de guerra, movimientos de tropas, ataques a ciudades previamente predeterminadas y compensaciones económicas en caso de resultar vencedores.
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Los puntos estratégicos militares, por razones obvias, siempre se mantuvieron en reserva, lo que aumentaba las especulaciones y rumores ante un eventual conflicto.
Según el espíritu de estas políticas de alianza, los Estados que en un momento podían verse como amigos, de la noche a la mañana podían transformarse en enemigos
Sobre todo aquellos países más pequeños que resistían la presencia de algún Imperio como el austrohúngaro o el otomano.
Estos cambios de apoyo solo son explicables por los movimientos sociales que en ellos se daban, ya sean de corte anarquistas, nacionalistas o étnico-religiosos.
Los avances tecnológicos
En este contexto y aprovechando los avances tecnológicos de la Revolución Industrial, se desarrolla la industria bélica.
Los Estados, para mantener poder y hegemonía y ante la incertidumbre que se vivía, impulsaron fábricas de armamentos dando paso a una carrera armamentista, de proporciones no conocidas anteriormente.
Este ambiente belicista, también incidió en la proliferación de nuevas ingenierías abocadas a la construcción de aviones de guerra, submarinos y armas de mayor alcance.
Los adelantos de la bioquímica, cuyo objetivo era salvar vidas, ahora se ponían al servicio de los ejércitos; bombas químicas y biológicas engrosarán los arsenales de las grandes potencias.
Gran Bretaña, a comienzos del siglo XX, había comenzado a ser desplazada en su hegemonía como potencia capitalista.
Estados Unidos y Japón, seguidos por Alemania, habían logrado un acelerado desarrollo industrial y comercial, a lo cual se sumaba, el más lento, pero también importante, crecimiento económico de Francia, Austria, Italia y los Países Bajos.
Por otro lado la existencia de grandes excedentes de producción, obligó a los gobiernos a tomar medidas proteccionistas y a defender sus territorios coloniales, piezas clave de este desarrollo económico. Los mercados eran objeto de fuerte competencia.
Podemos sumar a eso que la carrera por conquistar territorios no estaba terminada, había fuerte tensión producto de la expansión rusa en Asia y su choque de intereses con el Imperio Nipón.
De este modo, las desconfianzas y temores de agresión se fueron multiplicando
Las alianzas
Por su parte, las alianzas que crearon algunos países europeos a fines del siglo XIX, llevaron a la formación de grandes bloques, el primero de ellos, heredado de la diplomacia de Bismarck que había logrado establecer un bloque en torno a Berlín; la Triple Alianza, conformado por Alemania, Austria-Hungría e Italia.
Por otro lado, Inglaterra, Francia y Rusia, tras complejas y largas negociaciones firmaron la Triple Entente de 1907.
Triple Alianza y Triple Entente, dos bloques rivales, múltiples focos de tensión; este era el panorama internacional al cambio del nuevo siglo.
En este contexto, Italia se fue alejando progresivamente de la Triple Alianza, en la medida que no veía cumplidas sus expectativas en África.
Alemania daba pasos de acercamiento a Turquía, país que posteriormente participaría con los países de la Alianza, en el conflicto bélico.
Así, más que una garantía de paz, la política de alianzas se convirtió en un camino, sin regreso, hacia la guerra.
La situación crítica de los Balcanes se agudizó por el debilitamiento del Imperio Turco, el cual tenía una monarquía decadente y experimentaba movimientos nacionalistas dirigidos por nuevos partidos que pretendían recuperar la otrora grandeza del Imperio.
Por otro lado, el también debilitado Imperio Austro-Húngaro intentaba mantener sus posiciones en los Balcanes, por lo cual se enfrentaba a Serbia, que pretendía unificar los Estados del Sur en una gran Serbia
Por lo tanto, veía con gran preocupación el dominio de los austriacos sobre los territorios del norte balcánico: Croacia, Bosnia, Herzegovina.
En los años anteriores a la Primera Guerra Mundial, tuvieron lugar dos guerras balcánicas.
La primera, en 1912, en la que el Imperio Turco muy debilitado y gobernado por el grupo nacionalista, denominado jóvenes turcos, fue derrotado por la Liga Balcánica (Serbia, Bulgaria y Grecia), con ayuda de Rusia.
Como consecuencia de ello, las posesiones europeas de Turquía quedaron reducidas al Estrecho del Bósforo y a la región de Estambul.
La segunda, en 1913, enfrentó nuevamente a los serbios y los búlgaros por problemas limítrofes. Como resultado de la paz de Bucarest, Bulgaria queda como gran perdedora y debe ceder territorios a Rumania, Serbia y Grecia.
Así, la situación era insostenible y solo faltaba un acontecimiento detonante para acabar con la fragilidad de la paz armada en la Región.
Excelente material para trabajar con los estudiantes
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