LA CONQUISTA DE AMERICA: CAUSAS Y CONSECUENCIAS

LA CONQUISTA DE AMERICA

 

La visión de los otros

Los expedicionarios europeos que decidieron ocupar este continente al que denominaron “América”, emprendieron violentamente la conquista de America y la colonización, y sometieron y/o exterminaron a muchas comunidades originarias

 

Quienes lo hicieron consideraban que estos pueblos, así como los de África y Asia, eran “salvajes”, y por lo tanto inferiores, porque permanecían en estadios culturales anteriores a la civilización. 

Al naturalizar estas creencias, justificaron el genocidio y la expoliación, bajo la mirada de una Europa occidental en expansión. 

 

Los imperios coloniales se construyeron sobre las ruinas de Tenochtitlán, Cusco, Tikal y tantas otras civilizaciones, y negaron la diversidad de culturas y lenguas nativas, desarticularon la economía, la organización social de los pueblos originarios y la libertad de millones de seres humanos.

 

 

Objetivos de la conquista de America 

 

En un principio el proyecto de Colón, que fue apoyado por una burguesía mercantil incipiente, tuvo como objetivo llegar a las Indias para comerciar y llevar a Europa todos los productos de lujo que requerían los ricos burgueses, la nobleza, las Cortes y las altas dignidades de la Iglesia. 

Este proyecto fue apoyado por la Corona de Castilla, que hacía ya tiempo había asumido como misión político-religiosa la conquista de tierras donde vivieran poblaciones de otras religiones (denominadas infieles por los cristianos) para extender la fe católica. 

 

Esta “misión” favorecía tanto el poder político de los reyes como el poder económico: según la Capitulación de Santa Fe que firmó con Colón, la Corona se reservaba para sí las nueve décimas partes de las riquezas que se encontraran. 

 

Luego, en general, le correspondía un quinto de todas las ganancias extraídas en América.

 

Taller la conquista de America

Pero de las tierras descubiertas no parecían poder obtenerse tantas ganancias y, en cambio, surgieron muchos problemas, porque los europeos “conquistadores” se enfrentaron a situaciones difíciles, tanto se tratase del naufragio de barcos, como de la incursión en terreno desconocido, donde los pobladores originarios opusieron resistencia.

 

Para someter a la población y apoderarse de la tierra había que invertir mucho dinero y esfuerzo, y la corona no quiso hacer tanto. 

Por ello dejó la conquista en manos de particulares, que fueron los que debieron poner el dinero, los barcos y reclutar a los hombres para las expediciones. 

 

De este modo, así como podían obtener riqueza y poder, también podían perder sus capitales y/o su vida en unos meses.

 

¿Qué objetivos podían perseguir esos hombres para arriesgar el todo por el todo? Por supuesto, ya dijimos, podían encontrar civilizaciones que tuvieran metales preciosos, que era lo que más se apreciaba en Europa: oro y plata. 

 

Pero no había suficiente para la codicia de los conquistadores; una vez que sometieron y saquearon a los aztecas, los incas y los chibchas, las ganancias en metal ya no fueron tan exorbitantes. 

 

Sin embargo, siguieron buscando posibles lugares de riquezas: la ciudad de los Césares, el “Dorado”, por ejemplo. Estos sitios no existían, pero siguió llegando gente ambiciosa para la “conquista”. 

Su interés era obtener tierras o minas y hombres que las trabajaran (indios encomendados). 

 

En España ya había terminado la “Reconquista” (sometimiento de los moros o árabes que ocupaban el actual territorio español), y no había posibilidad de obtener nuevas tierras; las otras estaban ya poseídas por nobles o señores poderosos, que le transmitían su herencia sólo a su hijo mayor. 

 

América les daba la posibilidad de nuevas perspectivas de cambiar, de ser ricos, famosos, terratenientes, importantes, poderosos. 

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Los que querían comerciar con las Indias, al principio siguieron buscando un paso hacia el continente asiático: despreciaban este continente porque no tenía lo que ellos querían (sedas, perfumes, las especias por ellos conocidas, marfiles, tapices). 

 

Cuando encontraron el paso, con la expedición Magallanes-Elcano, evaluaron que el costo de tales viajes era mayor que las ganancias. 

 

Por ese motivo, “cedieron” a los portugueses estas islas de las especias asiáticas (las Molucas, adonde llegaron antes los españoles, pero que los portugueses consideraban que les correspondían) excepto las Filipinas. 

Desde estas islas, bautizadas así en honor al rey Felipe II de España, hicieron un activo comercio a América. 

 

A fin de lograr su objetivo de catequizar, la Corona española imponía la presencia de un religioso en estos viajes; era la forma, además, de justificar frente el Papa la donación que hiciera de estas tierras en la Bula Intercaetera de 1493. 

 

Pronto vinieron órdenes religiosas a cumplir con esa misión, aunque por supuesto hubo gente que se tentó con las riquezas, como es el caso de Fray Hernando de Luque, que fue el socio capitalista de Pizarro en la conquista de Perú.

 

¿Por qué triunfó en la conquista un puñado de hombres sobre todo un continente?

Excepto en el segundo viaje de Colón y la expedición de don Diego de Mendoza, los conquistadores apenas traían unos cientos de hombres que conformaban su hueste o tropa. Se enfrentaron a veces a miles de hombres americanos. 

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¿Cuáles fueron las causas para que, aunque sufrieran algunas derrotas, finalmente triunfaran? Las causas fueron muchas y de muy distinto tipo. 
 
 
Primero, la sorpresa. Los españoles sabían que llegarían a tierras habitadas por gente de costumbres desconocidas; los indios, en cambio, no tenían idea de quiénes eran esos seres, que habían venido del mar o del cielo, y creyeron que eran dioses. 
 
 
Para explicarse su presencia, los indígenas recurrieron a su religión; en general, como ya vimos en el capítulo anterior, muchas de las poblaciones sostenían el mito de un dios o héroe civilizador que había llegado en un momento y les había enseñado artes, ciencias, organización. 
 
 
Si había venido hacía tanto tiempo atrás, ¿por qué no podía regresar? Además, todo lo que los rodeaba era desconocido para ellos: el color rojo del pelo y la barba de Cortés (que era pelirrojo), las armaduras de metal que usaban para protegerse en la lucha, los caballos, que los indios no conocían y sobre los que algunos españoles les dijeron que también eran seres pensantes, para atemorizarlos más; y, especialmente, sus armas de fuego, que, vistas por los indios, lanzaban fuego o rayos que mataban a la gente.

Los sacerdotes, al ver tantas cosas extrañas, empezaron a relacionarlas con los hechos sucedidos anteriormente a la llegada de estos seres, hechos que eran vistos como presagios funestos. 

 

Entre esas señales de los dioses, estaba el incendio del templo de Huitzilopochtli en México-Tenochtitlán, visiones de seres de dos cabezas y un solo cuerpo, una espiga de fuego que había aparecido en el cielo.

 

En Perú había caído un rayo en el palacio del Inca, había habido terremotos muy violentos, la luna había aparecido con tres halos (rojo de sangre, negro verdoso y gris de humo); en medio de la celebración de la Fiesta del Sol, un cóndor (mensajero del sol) había sido perseguido por dos halcones y caído en medio de la plaza de Cusco.

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Es por eso que los recibieron muy bien en todos lados, con regalos, comida y mujeres para que se sintieran bien. Pero esto no hizo sino excitar la codicia de los conquistadores, que querían cada vez más. 

 

Los pueblos que practicaban agricultura incipiente y que vivían además de la caza y de la pesca, que no estaban acostumbrados a guardar demasiados alimentos y que por ello sólo comían lo necesario para vivir, estaban asombrados por el hambre de los conquistadores, y pensaron que venían de un país donde había hambruna.

 

Pero los españoles les devolvieron amabilidad con brutalidad, codicia, abuso, muerte. Los indios entonces se dieron cuenta de que los españoles no eran dioses, sino que “como unos puercos hambrientos ansían el oro”. 

Al reaccionar contra esto, pudo la fuerza de las armas y el uso del caballo. Las armas españolas eran de hierro forjado, latón (aleación de cobre y cinc) y/o acero (que se había comenzado a fabricar en el siglo XIV), mucho más resistentes que las de los nativos. 

 

Sin embargo, era dificultoso arrastrar los cañones en medio de la selva, debido a las irregularidades de la tierra y a los pantanos; tendían a oxidarse y la pólvora, a enmohecerse. 

 

Por ello en general luchaban a pie, con espada, pica y ballesta; sin embargo, llevaban armas de fuego porque atemorizaban al indígena y atravesaban las corazas de algodón muy prensado (escaupil) que sí los protegían de las flechas.

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Los europeos conocieron la pólvora gracias a su contacto comercial con los chinos, pero éstos sólo la usaban para fuegos de artificio. 

 

En Occidente la pólvora fue aplicada en la artillería, y se crearon las primeras armas de fuego. Éstas les otorgaron superioridad bélica sobre el resto del mundo y jugaron entonces un papel fundamental en la conquista de América.

 

Los indigenas generalmente usaban para el ataque arcos y flechas, lanzas, lazos, boleadoras, lanza piedras, hachas, trampas. 

Los españoles adoptaron en muchas ocasiones esa protección americana (el escaupil) porque las armaduras eran pesadas, dificultaban los movimientos y provocaban mucho calor; ellos no necesitaban protegerse de balas sino de flechas. 

 

En cambio, los indios no contaron con armaduras de metal, y fueron víctimas rápidamente de los disparos y de las filosas espadas. 

 

Las armas indígenas que sí eran mortales eran las flechas o dardos envenenados, en los pueblos que los usaban. 

 

También ayudó a la victoria española la forma diferente de hacer la guerra: los españoles trataban de matar a todos los que les fuera posible en el momento de la batalla

En cambio, los indígenas estaban acostumbrados a matar a poca gente porque preferían capturar guerreros para ofrecerlos en sacrificio a sus dioses, y perdían tiempo y energía tratando de atrapar a los extranjeros en lugar de eliminarlos.

 

El papel de la religion en la conquista de America 

 

La religión fue también otro factor muy importante para el resultado final. Los indios aceptaban la existencia de otros dioses, inferiores o superiores, que podían llegar a vencer a los propios

En algunos casos -como el de los cholultecas en México, o en el movimiento del Taki Ongoy en Perú- y esperaron a que los dioses propios, superiores a los otros, derrotaran a los invasores. 

Esta inactividad bélica permitió que los españoles los superaran. Los conquistadores, en cambio, creían firmemente que su Dios era el único y el verdadero y que, como luchaban por expandir su fe, los iba a ayudar a ganar; esa seguridad contribuyó a la victoria. 

 

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También hubo causas de orden político. En muchos casos, los indígenas no poseían una organización estatal, sino que se organizaban en pequeñas tribus que se enfrentaban de a una a los españoles y eran vencidas rápidamente. 

 

Las confederaciones para la resistencia se dieron, en general, más tarde (en nuestro país en el siglo XVII, con las guerras calchaquíes que los diaguitas llevaron adelante), cuando ya el poder español fue más estable. 

 

Sin embargo, estas jefaturas fuertes en espacios más reducidos por la geografía, fueron más exitosas o dificultaron más la conquista española que las vastas jefaturas territoriales.

 

 En cuanto a los Estados indígenas, organizados en imperio, éste era teocrático, es decir que el emperador reunía al mismo tiempo el poder civil con el religioso; cuando el máximo gobernante era dominado o asesinado, muchas veces el pueblo caía en la confusión. 

En ese trance, aceptaba la nueva religión, y tardaba en reaccionar o no lo hacía organizadamente.

Las causas de orden político interno que  permitio la conquista de America 

 

Finalmente, tenemos las causas de orden político interno de estos dos grandes imperios que encontraron los conquistadores: el azteca y el incaico. 

 

El azteca, en plena expansión, tenía enemigos como los tlaxcaltecas que, aun estando muy cerca de su capital, no habían podido ser realmente dominados. Éstos prefirieron aliarse a los españoles para vengarse de los aztecas, y su fuerza numérica realmente contribuyó con los recién llegados. 

 

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También Cortés contó con la ayuda de su amante indígena, Marina o Malinche, que le sirvió como fiel intérprete y embajadora. 

 

Con respecto al imperio incaico, éste se hallaba en guerra civil entre los dos pretendientes al trono imperial: Huáscar, el legítimo hijo de Huayna Cápac, y Atahualpa, su hijo natural y preferido. 

Como ya vimos en el capítulo anterior, Huayna Cápac había dividido su reino entre ellos dos, pero éstos no lo aceptaron y lucharon por el poder.

Los sacerdotes del Tawantinsuyu habían visto las profecías nefastas como un castigo de los dioses por esta lucha fratricida.

 

Las distintas visiones de la conquista

 

La mayoría de los españoles vieron a las distintas sociedades americanas como si fueran una sola, y denominaron a sus habitantes “indios”

 

Existe una cuestión cultural que provoca que los integrantes de una cultura o etnia tienden a no distinguir particularidades de las fisonomías de “los otros”, por desconocimiento o por desinterés. 

 

El concepto “indio” fue sinónimo de “colonizado”. De este modo quedó anulada la diversidad étnica, enmascarada en el nuevo orden imperial. 

 

Para justificar la conquista, los europeos se cuestionaron si “los indios” eran humanos o no, y finalmente decidieron que sí lo eran, pero que eran como niños, que tenían un estatus inferior y subordinado, y que debían ser educados por ellos e instruidos en la fe católica.

 

Sin embargo, no todos los españoles tomaron la misma actitud frente a los indígenas. Entre los mismos conquistadores vemos las actitudes diferentes de Colón y de Cortés, el asombro de otros en sus descripciones, o la condena de los abusos por parte de unos pocos.

 La Iglesia Católica acompañó la conquista con una estrategia evangelizadora. Descontando a los clérigos que usaban la evangelización como excusa para la conquista, como el que acompañó a Pizarro, hubo distintas opiniones sobre la manera de catequizar a los indígenas.

Fray Antonio de Montesinos criticó duramente a los españoles por su trato a los indígenas en un sermón antes de la Navidad de 1511. 

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Religioso dominico, los demás monjes de su orden lo apoyaron en su prédica frente a la población, que no quería escuchar tales reproches de inhumanidad. 

 

El rey Fernando -pese al pedido que le había hecho su esposa Isabel de trato humanitario a los indios- solicitó al gobernador Diego Colón que hiciera entrar en razón a los dominicos, y el Superior de la Orden en España, Fray Alonso de Loaysa, les ordenó a sus compañeros en América que acabaran con esos discursos que provocaban escándalo.

Como veremos en el próximo capítulo, a mediados del siglo XVI hubo una importante polémica entre el doctor Ginés de Sepúlveda y el obispo de Chiapas (México) Fray Bartolomé de las Casas, sobre la servidumbre indígena y la forma de adoctrinar. 

 
 
La Corona española adoptaba una política ambigua: si bien solicitaba el buen trato del indígena y su evangelización en el Codicilo de la reina Isabel o en las Leyes de Burgos, por otro lado aceptaba el maltrato al indígena si no se quería subordinar -en el Requerimiento– o solicitaba a los que protestaban por los abusos a los indígenas que fueran más discretos o que salieran de América. 

Tampoco los indígenas adoptaron una única postura frente al invasor. En un principio, muchas comunidades amerindias interpretaron la llegada de los españoles como el regreso de sus dioses. 
 
 
Algunas se les aliaron, como estrategia política (por ejemplo, los tlaxcaltecas contra la dominación de los aztecas). Numerosos pueblos resistieron a los invasores desde el principio (como los cholultecas). 
 
 
Otros les enviaron regalos pero les solicitaron que se quedaran lejos – cosa que los españoles no hicieron- y fueron atrapados y muertos por el engaño y la traición. Gran parte de las civilizaciones tardaron en reaccionar, pero luego se levantaron en rebeliones.

Finalmente, algunos aceptaron la doctrina cristiana y desaparecieron como etnias. Los españoles tomaron, como estrategia de dominación, la educación de algunos descendientes de caciques y nobles. 

 
 
Sin embargo, también éstos tuvieron diferentes actitudes: el Inca Garcilaso de la Vega, hijo de un conquistador y de una princesa incaica, defendió la grandeza del imperio Incaico porque, además de todo su esplendor, tenía la creencia en un dios único, que facilitó luego el adoctrinamiento cristiano -ya que aceptaba al cristianismo como la religión verdadera-, pero sostenía que las otras culturas eran inferiores y que tenían creencias bárbaras o equivocadas.
 
 
Taller la conquista de America
 
Felipe Guamán Poma de Ayala, indígena por nacimiento pero educado por los españoles, adoptó la religión cristiana, pero sostiene que muchos españoles dicen ser cristianos y no lo son, y hace las denuncias que cree justas con respecto a la conquista
 

Su libro, “Primera Nueva Crónica y Buen Gobierno”, es uno de los documentos más importantes de esa época; se salvó de la destrucción en una biblioteca de Dinamarca, donde fue encontrado en 1908. 
 
 
Tiene valiosos relatos u numerosas ilustraciones, que reproducimos en diversas partes de este libro.
 

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