EL DESARROLLO SOSTENIBLE
El crecimiento de las economías desarrolladas en mayor medida, pero también de las subdesarrolladas durante el siglo XX, se produjo sin tener en cuenta las externalidades sobre el ambiente, al menos hasta la década de 1970 aproximadamente, aunque en la práctica se podría sostener que eso sucede hasta nuestros días.
Esta separación entre economía y ambiente llevó a que se produjeran los problemas analizados anteriormente.
Sin embargo, las responsabilidades del deterioro ambiental no son comunes a todos los países o, en otros términos, los países desarrollados y los subdesarrollados no tienen igual grado de responsabilidad en la generación del calentamiento global, del adelgazamiento de la capa de ozono, de la acidificación de las lluvias, de la degradación de los bosques y selvas, de la contaminación de los suelos y de los cuerpos de agua, etc.
Este desarrollo degradante del ambiente llevó a la creación hace un par de décadas de un concepto muy usado aunque tan versátil que lo hace aplicable casi para cualquier situación y por cualquier ideología, tanto la de los países dominantes o centrales como la de los dominados o periféricos: el de “desarrollo sostenible” o “desarrollo sustentable”.
Se define al desarrollo sostenible como aquel que se lleva a cabo para satisfacer las necesidades de la sociedad actual sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, lo que implica un cuidado de los ambientes explotados.
Pero como se dijo, el ecosistema mundial está interrelacionado, lo que incluye también a sus problemas, y por lo tanto, este tipo de desarrollo no se puede poner en práctica sino se lo considera a escala global.
Sin embargo, considerar el desarrollo sostenible de manera global implica subsanar las desigualdades económicas, sociales y ambientales entre los países desarrollados y los subdesarrollados, lo que parece una utopía.
Entre los países desarrollados, la cuestión ambiental parece más bien una cuestión tecnológica, es decir que como la población de esos países tiene sus necesidades básicas satisfechas, la preocupación de los gobiernos debería pasar por el reemplazo de tecnologías “sucias” o nocivas por “limpias” o conservativas y constructivas de los recursos y por la recuperación de los ecosistemas dañados.
Entre los países subdesarrollados, la problemática ambiental es mucho más compleja porque implica el cambio de sus modelos de desarrollo desigual impulsados muchas veces por los propios gobiernos (por ineficacia o por corrupción), pero también, y quizás principalmente, por los países desarrollados, lo que los llevó históricamente a destruir su base ambiental, que paradójicamente, es la misma que su base económica, porque, los Estados pobres basan sus economías en la explotación de sus recursos naturales.
Por lo tanto, al hablar de desarrollo sostenible resulta imprescindible hacer hincapié en la responsabilidad que les cabe a los países del Primer Mundo, no sólo en el reemplazo tecnológico adecuado para no degradar el ambiente, sino también en sus políticas de opresión económica sobre los países del Tercer Mundo, que los impulsa a sobreexplotar sus suelos, su vegetación y otros recursos para desarrollar sus economías.
Por ello no alcanza, aunque es muy positivo, con debatir este tipo de desarrollo, con definirlo de manera intergeneracional, sino que se lo debe analizar también desde la coexistencia en el mismo tiempo entre poblaciones pobres y poblaciones ricas, todas ellas con el legítimo derecho a gozar de una mejor calidad de vida que incluya la dimensión ambiental.