LAS FUENTES DE ENERGÍA
La energía es la base para la realización de todas las actividades humanas. Su consumo se ha incrementado un 35% en los últimos 25 años, y se prevé que volverá a hacerlo en la misma proporción de aquí a 2020.
Hay grandes contrastes en el nivel de consumo energético, que se relacionan con el desarrollo económico y las condiciones de vida de la población.
Se estima, por ejemplo, que un ciudadano de Estados Unidos consume, en promedio, veinte veces más energía que un africano. El consumo de un país se mide en unidades TEP.
La energía que consumimos se extrae de distintas fuentes. A lo largo del tiempo, estas fuentes han ido variando: empleo de la leña como combustible, el viento o el agua para mover molinos, etc.
En el siglo XIX, el carbón se convirtió en la más importante, usado como combustible para las máquinas de vapor y, luego, para producir electricidad. Desde mediados del siglo XX, el petróleo ocupa ese lugar.
Todavía vivimos en un mundo que depende del consumo de energías fósiles no renovables: del petróleo se logra el 39% de la energía consumida, un 25% del carbón y otro 24% del gas natural.
La energía producida en centrales nucleares a partir del uranio equivale al 7%, pero origina residuos radiactivos, cuyo almacenamiento supone riesgos medioambientales.
El resto se obtiene en centrales hidroeléctricas o a partir de otras energías renovables (eólica, solar, mareomotriz…), de menor impacto ambiental, pero algo más cara, por lo que su difusión exige ayudas públicas.
Las energías fósiles en la economía mundial
Las tres energías fósiles principales, que suman el 88% del consumo energético mundial, son el carbón, el gas natural y el petróleo.
El carbón es una roca formada a partir de la sedimentación y transformación de materia vegetal a lo largo de millones de años.
Como fuente de energía fue la más importante en el siglo XIX y sigue teniendo un gran peso en la producción de electricidad en países de rápido crecimiento económico, como China, el primer productor mundial. Existen grandes reservas de carbón en Estados Unidos, Rusia, China e India.
El gas natural es una combinación de hidrocarburos en forma gaseosa (básicamente gas metano) que puede aparecer asociado a yacimientos de petróleo.
Se utiliza sobre todo para el consumo doméstico (calefacción, cocina…) y para la producción de electricidad. También se usa como combustible para vehículos y en la elaboración de fertilizantes.
Los mayores productores mundiales son Rusia, Estados Unidos, Canadá, Irán, Noruega y Argelia. Muchas de las reservas de gas se hallan asociadas a yacimientos petrolíferos en Oriente Próximo y en Rusia.
El petróleo es un hidrocarburo, formado a partir de materia orgánica de origen vegetal, que se acumula en bolsas existentes a distinta profundidad, tanto en áreas continentales como bajo las oceánicas.
Su explotación como combustible empezó al principio del siglo XX. A mediados de siglo se convirtió ya en la fuente de energía más importante en el mundo, al emplearse en centrales termoeléctricas.
Actualmente su importancia económica es todavía mayor, porque sirve como materia prima para la fabricación de un gran número de productos de consumo frecuente: plásticos y fibras textiles, lubricantes, asfaltos, etc.
Desde el comienzo de su explotación, el petróleo estuvo controlado por un reducido número de grandes empresas.
En los años setenta del siglo XX, alguna de ellas, llamadas siete hermanas (todas estadounidenses, menos la británica BP) controlaban dos tercios del petróleo mundial.
La nacionalización de algunas compañías por los países productores, (ARAMCO en Arabia Saudí, PEMEX en México, PDVSA en Venezuela…) redujo ese poder.
En 1960 se creó la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), para defender sus intereses y controlar los precios.
Pese a todo, las multinacionales del petróleo mantienen un control sobre el transporte, la transformación y la comercialización de los productos petrolíferos, que es donde obtienen los mayores beneficios.
Productores y consumidores de petróleo
Entre los productores destaca hoy Oriente Próximo, que produce un tercio del petróleo que se extrae en el mundo.
Las reservas de esta región alcanzan casi dos tercios de todas las conocidas, con Arabia Saudí, Irak e Irán en las primeras posiciones.
La segunda región productora es América del Norte, con los yacimientos del golfo de México, Texas, California y Alaska, que colocan a Estados Unidos como segundo productor mundial, aunque por su alto consumo tiene que importar otros 11 millones de barriles diarios, que equivalen a más de la mitad de lo que consume.
Los antiguos territorios de la Unión Soviética, el mar del Norte o el golfo de Guinea son igualmente productores importantes.
Los principales países consumidores son aquellos que poseen mayor desarrollo industrial y un elevado nivel de vida de su población.
Los Estados más prósperos del mundo (sobre todo de Europa y Asia-Pacífico) se han convertido en dependientes de las importaciones masivas de petróleo, por lo que los cambios en el precio afectan de manera inmediata a sus economías y al empleo.
La importancia estratégica del petróleo plantea algunos riesgos. Por un lado, la existencia de conflictos internacionales por el control de los yacimientos o la seguridad de los oleoductos.
A la vez, aparecen crecientes riesgos ambientales por la contaminación derivada de las centrales termoeléctricas y el denso tráfico de petroleros en ciertas rutas marítimas, con peligro de accidentes y vertidos incontrolados.
Las fuentes de energía alternativas
Hoy se necesitan fuentes de energía alternativas, que sean renovables para evitar su agotamiento y que produzcan los mínimos niveles de contaminación y riesgo.
Aunque su desarrollo es todavía limitado en la mayor parte de las regiones, parece previsible que en el futuro próximo aumenten su importancia de manera significativa. Las principales fuentes alternativas de energía son:
Energía hidráulica. Los molinos y ruedas hidráulicas se usaron tradicionalmente para moler trigo, mover telares, fraguas, etc.
En la actualidad se basa en la existencia de saltos de agua, donde se aprovecha el desnivel para que, en su caída, mueva turbinas que producen electricidad.
Energía solar. Es la obtenida directamente del sol. Hay dos formas de emplear la radiación solar: a través del calentamiento de un líquido que mueve unos motores, o de modo directo, convirtiendo dicha radiación en electricidad mediante paneles dotados de células fotovoltaicas.
Se están desarrollando métodos de almacenamiento, ya que lógicamente solo se dispone de esta energía durante las horas de sol.
Energía geotérmica. Aprovecha el calor interno de la Tierra, que asciende por ciertas grietas o fallas, para producir vapor, que mueve las turbinas.
Energía mareomotriz. Utiliza el ascenso y descenso de las mareas en un estuario, para poner en marcha generadores de electricidad.
Energía eólica. Es la producida por el viento y fue igualmente tradicional su uso en molinos. Los parques eólicos actuales utilizan molinos dotados de rotores y turbinas que generan electricidad, y se instalan en áreas de vientos fuertes y continuos.
Se están desarrollando parques eólicos en el mar, donde los vientos son más constantes y los molinos no ocupan suelo aprovechable para otras actividades.
Biomasa. Permite conseguir ciertos combustibles como gas metano o etanol por fermentación de restos orgánicos (residuos agrícolas y urbanos, estiércol, leña…).