La homeostasis corporal
La homeostasis corporal es la clave para mantener tu cuerpo en óptimas condiciones y sentirte saludable.
Un organismo se mantiene vivo si todos sus subsistemas operan adecuadamente. Para que las células se mantengan con vida, es necesario que el organismo pueda responder de manera adecuada y en el momento preciso.
De esta forma se logra mantener el medio interno estable dentro de ciertos parámetros, pese a las variaciones ambientales y a la dinámica de los procesos que determinan su composición.
Aquellas perturbaciones que causan desequilibrio del medio interno se denominan estímulos estresantes. De ellos, son ejemplos externos el calor, el frío y la falta de agua o de oxígeno; e internos, el dolor, el bajo nivel de glucosa y la acidificación de la sangre.
Frente a los estímulos estresantes, el organismo dispone de mecanismos de control homeostático que intentan contrarrestar sus efectos.
Todos los subsistemas participan de ellos, pero son de especial relevancia los subsistemas de relación, es decir, los sistemas nervioso y endocrino, pues ellos se ocupan de integrar y coordinar las respuestas adaptativas del organismo frente a las variaciones que alteran su estado de equilibrio.
Los mecanismos de la homeostasis corporal son, en su mayoría, sistemas de retroalimentación. Esto es, sistemas capaces de obtener y procesar información acerca de las funciones que realiza para generar acciones correctivas. Se distinguen sistemas de retroalimentación negativos y positivos.
El centro de integración o de control establece los límites entre los cuales debe oscilar una variable orgánica, o condición controlada.
Los receptores monitorean permanentemente el estado de la variable y, cuando un estímulo provoca una alteración, envían señales o información aferente al centro de control que, tras recibirla, determina las respuestas que devolverán el equilibrio a la variable, enviando mensajes o información eferente a un efector que ejecuta la respuesta monitoreada por el receptor.
En el siguiente cuadro se comparan las respuestas nerviosa y endocrina:
Control neuroendocrino de la homeostasis corporal
Si bien ocupa solo el 1 % del volumen total del encéfalo, el hipotálamo es el principal centro de integración encargado de la coordinación de los sistemas nervioso y endocrino para la regulación de la homeostasis.
Interviene en la función de casi todos los órganos del cuerpo, mediante la integración de la información y el control que ejerce sobre la actividad del sistema nervioso autónomo y la función de la hipófisis.
Al hipotálamo llega mucha información por distintas vías, la que integra generando respuestas que regulan la homeostasis.
Por ejemplo, recibe información acerca de:
- la presión sanguínea y la distensión estomacal, mediante el nervio vago;
- la temperatura de la piel, desde el tronco cerebral;
- las condiciones de luz y oscuridad, mediante las vías ópticas;
- el balance iónico y la temperatura de la sangre, gracias a diversos receptores.
Control del hipotálamo sobre el sistema nervioso autónomo
El sistema nervioso autónomo (SNA) es una división del sistema nervioso encargada de responder de manera automática e involuntaria a ciertos estímulos, controlando la musculatura lisa, las glándulas exocrinas y el músculo cardíaco.
Presenta tres divisiones: entérica, simpática y parasimpática; las dos últimas son las principales responsables de la regulación de la conducta emocional y de la homeostasis; sus respuestas son opuestas y complementarias, manteniendo así las condiciones normales del metabolismo basal.
El hipotálamo se conecta con los centros neuronales del SNA, ubicados en el tronco encefálico y en la médula espinal. Con esto consigue controlar la presión arterial, la composición electrolítica y la temperatura corporal, entre otras variables. Además, interviene en las respuestas reproductivas y en el estrés agudo.
De este modo, tanto ante una situación de amenaza externa como si ocurre un desequilibrio interno, el hipotálamo, a través de la rama simpática del SNA, envía señales a múltiples órganos para que respondan al estímulo estresante.
Luego de superada la emergencia, el hipotálamo, mediante la división parasimpática, ordena a los órganos volver a su condición normal de funcionamiento.
Control del hipotálamo sobre la hipófisis
Para ejercer su función homeostática, el hipotálamo regula la actividad de otras glándulas endocrinas mediante el control de la hipófisis.
Esta es la principal glándula del sistema endocrino, ya que controla la actividad secretora de la mayoría de las demás glándulas, razón por la cual se la denomina glándula “maestra o rectora”.
La hipófisis es una pequeña glándula del tamaño de un poroto, ubicada en la base del encéfalo. En ella pueden identificarse tres partes o lóbulos.
El lóbulo anterior o adenohipófisis, el lóbulo posterior o neurohipófisis y una parte que los conecta, el lóbulo intermedio, muy pequeño en los seres humanos. Dada la estrecha relación entre ambas glándulas, se habla del eje hipotalámico-hipofisario. A continuación, se explica su funcionamiento.
El hipotálamo contiene células neurosecretoras; grupos de neuronas especializadas que producen diversas hormonas, las almacenan y las liberan cuando reciben un estímulo.
Sus secreciones ingresan a un grupo de capilares sanguíneos que rodean a la adenohipósis, donde actúan estimulando o inhibiendo (según sea el caso) la secreción de las hormonas hipofisarias.
La neurohipófisis, por su parte, no es una verdadera glándula endocrina, ya que no produce hormonas, sino que almacena las secreciones hormonales que se producen en el hipotálamo.